Por Manel Pardo | Galicia | 07/12/2009
A esta simple pero práctica visión de la realidad decidí unir lo que se de buena tinta y para ello miré a mi alrededor; en pleno centro de Santiago podemos encontrar hasta 4 oficinas de Caixa Galicia por una de Caixa Nova y eso, teniendo en cuenta que Santiago no es precisamente Nueva York, contradice cualquier criterio de optimización empresarial y me da la impresión de que eso sucede en muchos más sitios.
Pienso que esta crisis nos lleva hacia un cambio muy profundo en nuestra sociedad, la penuria económica a dejado al descubierto las debilidades del sistema; no se pueden mantener ni ayuntamientos incapaces de generar recursos para sostenerse por si mismos, ni entidades que solo sirvan para repartir dinero sin un fin concreto, ni los políticos pueden llenarse la boca hablando de economía libre, de oferta y demanda, al tiempo que intervienen cada dos por tres para llevar el agua a su molino con el agravante de que no sabemos muy bien cual es.
Las cajas han sido todo la vida parte del pueblo y los problemas comenzaron cuando decidieron erigirse en monstruos controlados desde un pequeño cerebro que no llega a saber nunca las consecuencias que tiene cualquier pequeño movimiento. Antes el director de la caja conocía a la mayoría de sus clientes por el nombre y sabía a quien le podía dejar dinero y a quien no; ponía dinero para las actividades del barrio o del pueblo y daba beneficios a su empresa. Hoy el que te concedan un crédito no depende de tu capacidad de pago si no de tu capacidad para demostrar que puedes pagar con todos los riesgos que eso tiene. Para mi los beneficios de una empresa deben de ser siempre la suma de los beneficios de sus pequeñas sucursales, y los que dirijan esas sucursales deben de poder decidir como crece su sucursal en función de los resultados que obtengan pero lo que no es de recibo es exigirles que lleguen a un volumen de beneficios establecido previamente y si no lo hacen, aunque se haya ganado dinero, decir que esa sucursal no funciona y poner las cuentas en la columna del debe.
A día de hoy me temo que a los cientos de empleados que ven peligrar sus puestos de trabajo el que la caja sea más o menos gallega les da un poco igual mientras no tengan que ir a la cola del paro. Mientras en el acuerdo se mantenga el nombre (que al final es lo que cuenta desde un punto de vista práctico a la hora de publicitar nuestra tierra) y se comprometan inversiones en Galicia junto con el mantenimiento de la plantilla por mi vale, lo que no entendería es que dentro de tres o cuatro años, tras una supuesta fusión de las actuales Caixas Galicia y Nova, la nueva entidad fuera absorbida por otra foránea por no haber hecho las cosas bien desde el principio.
Manel Pardo é xornalista da Cadena Ser e responsable da web La Comarcal.