Por Manel Pardo | Ames | 22/11/2010
es posible que muchos pensaran que estaba siendo bastante parcial e incluso, cuando mencionaba que escondía la situación del tratamiento de las basuras en la comunidad, que estaba viendo fantasmas donde no había más que una deuda económica que podía hacer peligrar la planta de Lousame; ahora con una huelga real y con intenciones varias de llevar a los tribunales la cuestión queda claro que no andaba tan errado y aflora una vez más la locura en la que nuestra sociedad se instala cada vez que en el horizonte se anuncian elecciones.
El primer error que se puede cometer es pensar que se trata de un conflicto local; si un juez dictaminara que una huelga realizada por la negativa de un gobierno municipal a debatir una moción en el pleno es legal ¿Qué cara le puede quedar al resto de alcaldes?, sería sin duda un precedente, jurisprudencia si se quiere, que daría carta blanca a cierto tipo de agitadores profesionales. Creo que las deudas que los ayuntamientos mantienen con la planta de reciclaje de basuras de Lousame y el peligro de su cierre justifican una huelga de los trabajadores y sus protestas pero, y este es el matiz, lo justifican antes de que se lleguen a acuerdos entre las partes; cuando existe un compromiso de pago que se está cumpliendo o está en proceso de cumplirse hay que esperar. El error de los trabajadores en este caso es, a mi juicio, de bulto; una huelga al ayuntamiento que más aporta a la planta de Lousame, dejando de lado a otros, y siendo además un ayuntamiento “cliente” que no pertenece a la comunidad de municipios del Barbanza lo único que consigue es dar argumentos a ese ayuntamiento para que rescinda el contrato y a futuros ayuntamientos “clientes” a que se lo piensen dos veces, una situación que es la esquina opuesta del cuadrilátero que desean los trabajadores.
La locura que mencionaba en la época pre-electoral se refleja en este conflicto; El BNG no puede apoyar abiertamente a su sindicato más próximo sin posicionarse en contra de los vecinos, el pp se ve obligado a apoyar una planta de tratamiento de la que la Xunta ha marcado cada vez distancias más grandes desde la llegada de Feijoo al poder y el Psoe se ve obligado a recoger la basura y enfrentarse a los trabajadores al mismo tiempo que apoya sus demandas. La crisis obligará a hilar muy fino a los candidatos en las próximas municipales y si algo bueno tiene esta coyuntura económica es que se sabrá fácil quien es más sincero; por mi parte pienso reírme mucho cuando alguien me venga prometiendo un mundo mejor y plagado de servicios, el que me quiera convencer solo podrá prometer gestión… gestión de lo que quede después de estos años de fiesta continua. Ya no sonrisa si no carcajada es lo que me produce la campaña del ex popular José Blanco Pazos, el hombre que dijo que Fraga tenía el estado en la cabeza, y que es un sentido homenaje a Berlanga: sorteo de apartamentos y coches, regalo de lotería de navidad y la promesa de un municipio que en 12 años de gobierno, en buena época, no consiguió hacer pero que ahora conseguirá; campañas como esta tendremos muchas y servirán de test para conocer cuanta inocencia ha perdido el electorado en el rural gallego y cuanto más está dispuesto a creer en pajaritos preñados.
Sigo creyendo que la planta de Servia es una buena alternativa a Sogama pero convertir los problemas del tratamiento de basuras en un enfrentamiento entre modelos es un error cuando ha quedado claro que, a día de hoy, los dos son necesarios; el proyecto de Lousame no es a día de hoy capaz de asumir más ayuntamientos sin una fuerte inversión y Sogama tiene similares problemas financieros, pese a haber tenido muchos más apoyos, y de capacidad. Si algo bueno deberíamos sacar de la crisis es la necesidad que tendrán nuestros políticos de consensuar soluciones a problemas que afectan a todos; si siguen empeñados en convertir en una batalla cada servicio básico de los gallegos antes o después los gallegos despertarán y los pondrán de patitas en la calle, y aquel que tenga dudas que piense en la cara que se le debió de quedar al presidente del gobierno cuando comprobó que Rosa Diez conseguía un escaño.