El atractivo de nuestra tierra se reparte entre rías y montes, santuarios y catedrales, caminos y ciudades, cruceros y aguas termales, faros y murallas, jardines y casas rurales, viejos símbolos como la Catedral de Santiago y nuevos como la Cidade da Cultura. En medio de tantas dificultades, Galicia no puede permitirse el lujo de relegar a un lugar secundario ninguna de las muchas posibilidades que pueden ofrecer las Rías Altas, a Costa da Morte, las tierras de Santiago, la Marina lucense, Lugo y la Terra Chá, Os Ancares y el Courel, la Ribeira Sacra, las Rías Baixas, O Ribeiro, las Tierras de Ourense y Allariz, de Celanova y de la Limia, de Verín y de Viana, de Manzaneda y Trevinca, o del Deza y Tabeirós.