Nunca caminarás solo...

El partido termina y en medio de las lágrimas de los miles de aficionados, Anfield ruge.. nunca caminarás solo..

Por Mar Barcón | A Coruña | 30/04/2010

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Hace más de cincuenta años que esta melodía conjura a las masas cuando necesitan sentir que hay esperanza; oírla en el campo del Liverpool un día de derrota te reconcilia con el fútbol.Hoy el “spanish Liverpool” cayó ante otro “equipo especial”, el Atlético, el “pupas”, el equipo que más veces ha estado al borde del abismo y más veces ha vuelto a renacer y a situarse arriba del todo. El Atlético.

Posiblemente la sonoridad de Anfield sólo sea comparable a la del Calderón cuando, a la ribera del Manzanares, los colchoneros cantan el nombre de su equipo con toda la fuerza para que los oiga hasta el espíritu de Bernabeu, allá por la Avenida de la Habana. Hoy. Los “reds” perdieron para que ganaran los que no lo hacen casi nunca, los que por el mes de diciembre miraban de nuevo al abismo, los que saben que a la vuelta de la esquina les esperará de nuevo la desdicha.. pero mientras tanto, esta noche, Cibeles envidiará a Neptuno… (y menos mal que Canaletas lleva ya dos horas durmiendo!)

Esta noche, el niño Torres tenía el “corazón partío”, entre su equipo del alma y aquél que le ha hecho grande. Torres, el colchonero de toda la vida que tuvo que escapar para hacerse futbolista, envidiará la suerte de Forlán, hasta hace poco maldito para la afición rojiblanca y hoy convertido en el héroe que andaba buscando Juan Pueblo. Abajo, en el césped, como siempre con cara de póker, Benítez sabe que esta noche será una “de sus últimas noches” en ese equipo mítico, hoy propiedad de dos millonarios americanos que siempre quisieron librarse del español. Benítez hizo grande al Valencia y campeón al Liverpool, pero en el fútbol nunca nada es suficiente. Su camino se cruza de nuevo con Quique Sánchez Flores, hijo de jugador del Madrid y folclórica, guapo y elegante pero con un carácter que le pierde. Quique sustituyó a Rafa Benítez en el banquillo valencianista cuando este iniciaba su aventura inglesa, pero nunca pudo emular sus éxitos y su paso por el Turia terminó como el “rosario de la aurora”; tras un paso por tierras portuguesas recaló en un Atlético “en coma” y lo ha llevado a una final europea… Así es el Atlético, y así es Quique.

Quizás en unos meses el Calderón vuelva a renegar de sus futbolistas (“hasta los h…., estamos hasta los h…”, cantan con la misma sonoridad), Sabina a entregarse al alcohol (Qué manera de aguantar, qué manera de crecer, qué manera de sentir…) y el chaval a preguntarle a su padre “papá, nosotros por qué somos del Atlético?”. Pero de momento el Kun sonríe, Forlán sonríe, Quique sonríe, hasta Cerezo sonríe… y allá en la mañana mejicana, a José Tomás le duele un poco menos la herida…
 

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