Por Mar Barcón | A Coruña | 25/05/2010
Con esa “r” aplastada y arrastrada al final del paladar, como la pronuncian los franceses, es, seguramente, la más hermosa expresión del “valor”. Courage, mon ami… No se trata del arrojo inconsciente que lleva a un chaval a colocarse en mallas frente a un toro de quinientos kilos que al primer despiste le clava un pitón en la mandíbula. Tampoco del valor ciego y desesperado que no sabe ni donde va ni por qué. Courage… Valor medido y comprendido, fortaleza, consciencia… sacar fuerzas de flaqueza. Mucho mas que valor a secas…
Desde el momento en que José Blanco salió indemne del plató de La Noria, los popes de la comunicación no han dejado de preguntarse cómo es posible que el Ministro con más capacidad inversora del Gobierno de España, el hombre que confió en Zapatero, le ayudó a acceder a la Secretaría General y hoy se sienta a su derecha, pudo acceder a participar en un programa denostado por tirios y troyanos y, por si fuera poco, convertir el envite en un éxito total. Articulistas, opinadores, críticos y sociólogos se preguntan una y otra vez si la imagen de Blanco tranquilo, sonriente, sentado frente a González – Jordi - , explicando a unas cuantas docenas de señoras llegadas de Cantabria que harán el viaje en AVE pasando por Bilbao y esquivando los rejones de Isabel Sebastián marca un antes y un después en la historia de la comunicación política en España. Tal vez no sea para tanto, pero tras las críticas despiadadas por haber elegido este formato las alabanzas no conocen término medio.
Lo cierto es que en Tele 5, en la Cope o en el Congreso, las intervenciones del Vicesecretario General del PSOE han supuesto el punto de apoyo que la militancia socialista necesitaba y han desgranado las explicaciones y propuestas que los ciudadanos necesitaban tras la intervención del Presidente del Gobierno en el Congreso. En la situación más difícil desde el 2004 Blanco ha decidido, una vez más, echarse al hombro la responsabilidad y responder con solvencia a la exigencia del momento. Asumir el recorte de inversiones, afrontar el debate sereno pero firme de la futura planificación de las infraestructuras y defender en voz alta, desde el primer dia, la necesidad de avanzar en una reforma fiscal profunda fueron argumentos esgrimidos por el Ministro de Fomento a lo largo de esta semana pasada y sirvieron para ir poniendo encima de la mesa algunas de las líneas de debate que se antojan imprescindibles en las próximas semanas.
La crisis nos obliga a plantearnos no sólo los recortes económicos precisos para alcanzar el déficit máximo para la estabilidad, sino también aquellas cuestiones largamente aplazadas después de casi década y media de bonanza y tras cuarenta años de la Europa del bienestar. Como decía hace algunos días Emilio Pérez Touriño en el Foro “Namentras”, la crisis interpela, sobre todo, a la izquierda y exige respuestas y reflexiones que, tal vez, debimos habernos hecho hace tiempo.
La reforma de un mercado laboral dual y refractario a la empleabilidad de los más jóvenes, nuevos modelos en la gestión de los servicios públicos, la sostenibilidad de las pensiones, la implantación del Sistema público de Dependencia, las prioridades en la inversión pública, el papel de las administraciones públicas en el desarrollo del I+D+i, la racionalización de las administraciones públicas, la incorporación plena de las mujeres al mercado laboral, el desarrollo de políticas de conciliación, la regularización y control público de los mercados financieros, la cooperación al desarrollo, la gestión de las migraciones, las políticas impositivas que permitan sostener el bienestar.. Cuántas y qué profundas son las reformas que debemos acometer y cuán complejo es el momento, especialmente para la “Vieja Europa” que no termina de encontrar su sitio en este mundo de “emergentes”.
Es, por tanto, tiempo para el “courage”, para proponer, enunciar, explicar y poner en marcha un nuevo orden internacional social y económico y social capaz de tener sentido más allá de las reformas de Obama o de la capacidad de seducción de Lula. Europa necesita “ser” y la izquierda está obligada a aportar las únicas propuestas capaces de que este “ser” se construya por y para los ciudadanos, para el trabajo, para la innovación, para la igualdad, para el progreso. Tiempos de coraje, de inteligencia y de levantar la cabeza y mirar por encima del día siguiente. Las grandes citas de la historia están para no arrugarse, para comprender su verdadero significado y para decirle a los ciudadanos que ahí delante hay alguien dispuesto a pensar, a arriesgar y a avanzar. Aunque para explicarlo tenga que ir a La Noria.