Por Mar Barcón | A Coruña | 02/06/2010
Basta echar un vistazo a las páginas de los periódicos cada mañana, escuchar las tertulias radiofónicas o sentarse – quien tenga paciencia – frente a los programas de debate de las múltiples cadenas que la TDT nos ha descubierto para percibir con toda claridad la estrategia electoral de los conservadores y sus tácticas en cada uno de los frentes.
La derecha política, el PP, ha decidido no moverse. Rajoy, ese “corcho” político experto en supervivencias al límite, sabe que su camino se allana con cada silencio. Los populares son conscientes de la fidelidad de sus votantes y evitan movilizar a la izquierda con cualquier propuesta que pueda enseñar la famosa “agenda oculta” de la derecha. Una medida fiscal inadecuada, un recuerdo inconveniente a los decretazos de los Gobiernos Aznar o un movimiento que nos deje percibir el alma económica de los populares podrían dar al traste con el éxito electoral que les auguran las encuestas.
Rajoy no se mueve mientras sus peones autonómicos, en lugar de gobernar, emplazan a Zapatero a dimitir, manteniendo un pulso diario en todo el Estado. La estrategia del PP nacional es tan medida que incluso el dia D, en que toda Europa miraba al Congreso de los Diputados, Rajoy se negó a respaldar al Gobierno, en un gesto cuya rentabilidad sólo puso en entredicho el discurso de Durán i Lleida. Muchas voces dudaron entonces de que el principal partido de la oposición hubiese acertado al optar por el voto negativo en lugar de aparecer como una fuerza dispuesta a asumir cierta responsabilidad en un momento crítico para el país. Si CiU triunfó en el Hemiciclo, el aparato mediático conservador no ha dudado en descalificar su actitud ni en achacar a los catalanes intereses inconfesables.. Cualquier cosa antes de asumir que los nacionalistas demostraron más sentido de Estado que quien aspira a presidir, un día, el Gobierno de España – y se hartó de llamarles separatistas…- .
Si la dirección política se mantiene estática, la derecha económica hace otro tanto en la Mesa de Diálogo social. Conscientes de la exigencia del momento y de que si no hay acuerdo con los sindicatos el Gobierno tendrá que optar por forzar la reforma en un Decreto, el empresariado se mantiene sin ceder un milímetro, sabiendo que cada día que pasa está más lejos el acuerdo y más cerca la decisión en el Consejo de Ministros. En este contexto, los dirigentes sindicales ven cómo la pelota no se mueve de su tejado, en una situación que no les deja apenas margen: si no cierran el acuerdo las reformas se harán sin ellos. Si hay huelga general el perjudicado será el Gobierno socialista. Si gana Rajoy, los perjudicados serán sindicatos y trabajadores.
Mientras Mariano y la patronal se sientan a esperar, la derecha mediática no descansa. Objetivo: consolidar la sensación de que no hay vuelta atrás; el Gobierno Zapatero está finiquitado y sólo hay una posible solución, el triunfo del PP. Tsunami, vuelco electoral, mayoría absoluta, fin de ciclo, cadáver político… cada afirmación tiene un sentido y un “público objetivo”. Así, la publicación de encuestas con datos demoledores para los gobiernos autonómicos socialistas y para algunas alcaldías tienen más destinatarios dentro del PSOE que fuera.. en este caso el objetivo es generar nerviosismo entre quienes van a someterse a las urnas en el 2011 y enviarles un mensaje claro: si no quieres perder tú, presiona a Zapatero para que convoque elecciones anticipadas.
Porque en el fondo muchos saben que esta estrategia depende, para su éxito, del adelanto electoral y son conscientes de que le tiempo corre a favor del Gobierno socialista. Si no precipitan su caída, es posible que Rajoy acabe desdibujado y una generación del PP entera laminada esperando el gran momento. Peo dicho esto, conviene que los socialistas y la izquierda española seamos conscientes de lo que nos jugamos y de la responsabilidad que tenemos en este momento. La crisis no espera y los ciudadanos nos miran exigiéndonos respuestas. Debe hacerse una reforma del mercado laboral amplia y duradera y debe lograrse con un acuerdo sindical; nadie mejor que quienes conocen de primera mano las debilidades del mercado de trabajo español para diseñar las respuestas precisas. Además, o lo hace la izquierda o, tarde o temprano lo hará la derecha y con menos sensibilidad social.
Es inaplazable una reforma fiscal profunda que demuestre a los ciudadanos la voluntad inequívoca del Gobierno de utilizar las “luces largas” a la hora de proponer soluciones con recorrido para generar ingresos y dotar de sostenibilidad al Estado del Bienestar. No hay bienestar sin impuestos, ni justicia ni equidad. Y no hay comprensión ciudadana sin pedagogía política; hay que explicar por qué y para qué sirven los impuestos. Es el momento de plantear propuestas sobre modelos de gestión de servicios públicos, cofinanciación, racionalización de las infraestructuras, el peso del conocimiento en el desarrollo de un país y la imparable potencia de la formación humana como garante del mismo. Es tiempo de reflexionar acerca del futuro de la sostenibilidad del modelo energético y de las posibilidades futuras del planeta si olvidamos que un tercio de los países necesitan de la cooperación internacional para salvarse del hambre.
Es el momento de racionalizar las administraciones, evitando el falso debate sobre “lo caro que es el estado de las autonomías” y sin soluciones importadas tipo “reduzcamos a un tercio el número de ayuntamientos”. Pero es cierto que tres décadas y media de democracia nos han dejado lecciones suficientes para que podamos aprovecharlas en estos momentos: racionalización de las instituciones, agilización de procedimientos, economía de recursos, reparto competencial, austeridad.. tenemos elementos sobre los que sostener una nueva y moderna administración y fórmulas de gestión y gobernanza sostenibles y comprensibles en estos momentos.
Hace unos días lo decía Touriño en una conferencia y lo explicaba Estefanía en un magnífico artículo. La crisis interpela a la izquierda; sobre todo a la izquierda. Nos exige reflexión, pensamiento, propuestas, coraje y consciencia de la oportunidad de que las reformas pendientes se lleven a cabo desde una perspectiva progresista.. si no es así, un día Rajoy, a base de mirar por la ventana, acabará presidiendo el Consejo de Ministros… y eso sí que sería un tsunami…