Por Mar Barcón | A Coruña | 16/07/2010
Seguramente, algunos de sus diputados se vinieron abajo cuando el jefe espetó todo ufano al Presidente Zapatero “lo trae todo escrito con máquina de escribir”.. La consecuencia fue inmediata, el Grupo Socialista rió con ganas y el popular lamentó que, una vez más, Mariano Rajoy errase en su objetivo desde hace un lustro: vencer al Presidente en el debate parlamentario. Pero de nuevo, el presidente popular llegó a la Cámara vestido de registrador de la propiedad y dispuesto a darle la razón a quienes dudan, desde las filas de la derecha, de que algún día el pontevedrés llegue a la Moncloa.
El de hoy era un debate que, a priori, beneficiaba a la oposición. La crisis económica, las rigurosas medidas anti déficit, las críticas al Gobierno desde los sindicatos y el amigo Durán transmutado en abad de Montserrat… Todo parecía jugar a favor de las posiciones de la oposición y, por tanto, del Partido Popular. Sin embargo, el líder popular olvidó que para resultar vencedor en la Cámara es preciso algo más que una retórica barroca y a Rajoy le faltó convencer a la audiencia de que la derecha tienen propuestas económicas, presupuestarias y sociales capaces de recibir tal nombre y que no está, sencillamente, esperando a ver si hay suerte y la crisis se lleva por delante al Gobierno socialista. “Si fuera coherente, si tuviera un programa y el valor de explicarlo a los ciudadanos subiría aquí y presentaría una moción de censura” resumió Zapatero.
Bien sabe el Presidente que al PP le faltan las tres condiciones para ello. Carece de la coherencia para asumir, como primera fuerza de la oposición, la responsabilidad de presentar una moción de censura y de arriesgarse a quedarse solos; frente a esa coherencia, Rajoy prefirió llegar al debate con una única propuesta: “convoque elecciones anticipadas” , se animó, por fin, a pedir Mariano.. Al PP le falta también un programa con el que poder presentarse en este momento de crisis; si algo se ha puesto de manifiesto durante los últimos meses es que buena parte de la respuesta del conjunto de países europeos está en las antípodas del ideario popular español; Rajoy sabe que lo que puede decir no sería respaldado en ningún lugar del mundo en este momento – como las bajadas de impuestos- y no puede contar su “agenda oculta” – por ejemplo la plena liberalización del mercado laboral – si quiere conservar alguna posibilidad de llegar a la Moncloa. Por último, el líder popular no tiene tampoco el valor de asumir en solitario el coste de una moción de censura, empeñado como está en acuñar la idea de que quien está solo es el Gobierno.
Total que un año más y, como dijo Mariano, “yo sigo en el mismo sitio”. Efectivamente. Quizás, con la imagen pétrea de los leones que guardan la entrada Rajoy sea lo único que no se ha movido en este año… las condiciones financieras, el mercado laboral, la política energética, la regularización de los mercados, la morosidad, el concepto de sostenibilidad económica.. Todo era nuevo este año y el Presidente relató en su primera intervención el más del centenar de medidas de impacto puestas en marcha en los últimos meses, conforme los acontecimientos obligaban a toda Europa - la modesta y la poderosa - a cambiar el paso para salvar su moneda, su autonomía y su capacidad de decisión. Todo había cambiado menos Rajoy y su aspecto de funcionario de alcurnia, que fuma puros, recita versos y usa, en tiempos del “office” y del “windows”, su Lexicon 80…