Por Mar Barcón | A Coruña | 17/02/2011
“Bastaba con no haberle votado” rezaba una pancarta portada por jóvenes estudiantes. Efectivamente; tan sencillo como eso. Pero Italia votó – no una, sino en tres ocasiones - al político que llenó las páginas de los periódicos de escándalos, sus gobiernos de corruptos y las salas de los juzgados de “velinas” ávidas de fama barata, sumiendo a la Italia actual en la mayor crisis política, social de los últimos sesenta años.. y mira que ha habido crisis en Italia..
Silvio Berlusconi, empresario de éxito, dueño del más importante grupo de comunicación transalpino, populista, católico confeso – y confesado - ,“cavalieri” desde que en el 77 se le concediera la Orden al Mérito del Trabajo, político carente de escrúpulos y de maneras abiertamente antidemocráticas, no llegó al poder a través de un golpe militar ni por una revolución campesina sino con los votos de las clases medias de la séptima potencia mundial. Es así; Berlusconi no es un producto de una “república bananera” sino de una sociedad que harta de fracasos institucionales y corruptelas sin fin se echó en los brazos de quien se ofreció como salvador. Y “la República”, cansada de su propia vergüenza, se dejó ir por el camino que le marcaba el milanés seductor, un camino que, aseguraba, sería de éxito y regeneración..
Fue el principio del fin. El señor de las “mamachicho” sepultó a la Italia contemporánea bajo un fango del que, sin duda, tardará en salir. La podredumbre no respetó nada: magistraturas, política, medios de comunicación, empresarios, sindicatos.. Berlusconi arrastró en su descenso a las cloacas, al conjunto de una sociedad incapaz de poner freno a los desmanes de un personaje que se soñó a sí mismo como un “dux” pero terminó siendo un sinvergüenza patético. Italia se contempla, pues, con horror a sí misma en el espejo de ignominia fabricado por ese tahúr a quien regalaron un poder que no merecía. El domingo pasado las mujeres no gritaban, pues, sólo al Cavalieri, sino a un país entero responsable de su propia indignidad; mujeres hartas del machismo rancio y del comportamiento irresponsable de quien gobierna el país, mientras una mayoría silenciosa observaba con horror indisimulado la terrible deriva en que se ha sumido una generación entera. “Hemos fracasado como ciudadanos”, decía, al parecer una pediatra reclamando una actitud diferente por el bien de las siguientes generaciones. De ese fracaso colectivo intenta sacar al país un grupo de mujeres movilizadas para recuperar, al menos, una pizca de la autoestima y la dignidad enterrada.. de ese fracaso tal vez les rescaten otras mujeres, las magistradas que sentarán en el banquillo a Berlusconi para juzgarle por prostitución de menores y cohecho. Aún hay esperanza.