Por Mar Barcón | Galicia | 30/11/2009
Un amigo me decía esta tarde "bueno, yo prefiero vivir en Ginebra antes que en Damasco". Seguramente yo también.. Ginebra es una ciudad agradable, armoniosa, con una luz especial y hermosos jardines, cosmopolita y con un lujo contenido que no llega a ser obscenidad Pero es esa la cuestión?. Creo que no. La cuestión es que esta Europa culta y serena se defiende de los minaretes, de la "llamada a la oración" y del avance del Islam a golpe de referéndum mientras musulmanes adinerados pasean entre escaparates repletos de ofertas variadas y el rumor de sus vestimentas anima el atardecer en la Rue Montblanc.
En Zurich, la rica y eminente colonia judía cierra su barrio al caer la tarde para evitar ruidos molestos que atormenten sus sueños. Emires y jeques transportan pesados maletines de banco en banco, sin que nadie les pregunte el origen de la riqueza. Empresas y sociedades nunca bien conocidas compran y venden inmuebles, armas, acciones o diamantes sin importar religión o nacionalidad. El secreto es aún la mejor de las opciones de una sociedad rica y satisfecha de sí misma, que entre raclette y raclette no va a preguntarse de dónde llegó tanta opulencia.
Suiza es un país democrático, libre e independiente, que convirtió la neutralidad en un valor en sí mismo pero que un dia descubrió que detrás de ella puede esconderse el mayor de los horrores, la indiferencia por el dolor humano. Hoy votaron con el temor de ver su mundo ocupado por fieles musulmanes dispuestos a inmolarse para compartir con Mahoma el Paraíso, sin importarles que una parte sustancial de su bienestar descanse sobre las cuentas secretas y millonarias de personajes siniestros de quienes nada saben Pero al menos no tendrán minaretes que enturbien su placidez.. Dios bendiga a Calvino.
Mar Barcón é deputada no Parlamento Galego. O seu blog: http://barconblog.blogspot.com/