Por José Palacín | Porriño | 03/01/2011
Antes de la era Zapatero España no cumplía ni un solo de los criterios sobre emisiones planteados en Kyoto, incluso contaminaba en términos de CO2 un 17,3% más de lo permitido y para poder eludir sus reducciones el Gobierno Popular practicaba el tráfico de sumideros con países del Tercer Mundo.
Tras Marzo de 2004 desde el Ministerio de Industria se abrió la veda de las subvenciones al sector energético de las renovables y lo cierto es que el subséctor de las solares y las eólicas crecieron rápidamente amparadas en dichas prebendas que, eso sí, en muchos casos se otorgaban de forma nepotista y venal. El concurso Eólico de Quintana en Galicia fue uno de los episodios más bochornosos de dicha praxis.
Eran momentos en que varias cumbres mundiales sobre cambio climático habían constatado por fin de forma científica la grave amenaza del efecto invernadero sobre el planeta. Nadie en España parecía cuestionar la necesidad de tomar cartas en el asunto y el cambio de modelo energético era el camino a seguir.
Sin embargo en Octubre de 2007 a Mariano Rajoy se le ocurrió decir que según un primo suyo no era factible saber si el mundo se enfrentaba a un cambio climático global porque era virtualmente imposible conocer ni siquiera el tiempo que haría al día siguiente en Sevilla.
Desde entonces la negación del cambio climático se ha convertido en dogma de fe para la derecha española y las energías renovables en el objeto de la persecución inquisitorial por parte de sus grupos de presión.
Esta presión de desprestigio se incrementaría de forma exponencial cuando el Presidente Barack Obama anunció ante el Congreso que su plan energético para la década 2010 - 2020 tendría como modelo el aplicado en España y abogó por la conveniencia de que las empresas de renovables españolas pudiesen implantarse en los EEUU como generadoras de líneas maestras para las directrices del nuevo modelo.
El lobby petrolero viéndose amenazado contraatacó y lo hizo utilizando a sus contactos ultraconservadores españoles.
El grupo FAES encarga a Gabriel Calzada, un economista de 37 años protegido por Aznar y vinculado al lobby petrolero que lidera Exxon Mobil, elaborar un informe ya premeditado sobre el modelo energético español que no es otro que el que se aplica en los la mayoría de los países de Europa. Dicho informe elaborado a toda prisa y en inglés, fue destinado al consumo estadounidense, con el objetivo de demostrar que el modelo español era catastrófico.
El estudio, con membrete de la Universidad Rey Juan Carlos, pero elaborado por tres activistas del Instituto Juan de Mariana, tuvo un gran impacto en EEUU: más de 300 medios internacionales se hicieron eco de sus conclusiones y aún hoy no ha cesado el goteo, que martillea la imagen de España y las expectativas de negocio de las empresas afines al sector que han perdido la oportunidad de afianzarse en el mercado norteamericano.
De todo lo sucedido se lamentaban en su día los directivos de la Asociación de Productores de Energías Renovables con el argumento de que en nuestro país se había creado por primera vez en muchos años una industria pionera con tecnología propia y que luego al intentar exportarla se habían encontrado con un boicot desde adentro.
Sin embargo los problemas de las renovables españolas no habían hecho más que comenzar. En diciembre de 2009, en medio de la tormenta financiera y la crisis mundial la Cumbre de Copenhague menguaba las ambiciones ecológicas de la UE y el Presidente Zapatero no sería una excepción. Su propuesta de reducciones de CO2 se mermaría en un 30% y en 2010 los presupuestos para el sector de la eólica y las solares se reduciría en un 40%. Toda una tragedia para un grupo todavía tan dependiente.
Viendo la yugular del proyecto estrella del Ejecutivo Zapatero al descubierto, el observatorio FAES comenzó a coquetear con el Consejo de Seguridad Nuclear Española y a enviar mensajes de que esta energía sería la panacea que nos liberaría no tanto de la dependencia del petróleo o del Gas, sino de los estrambóticos surtidores que proporcionan energías fósiles como Venezuela, Arabia Saudí, Argelia o Rusia.
En 2010 el proceso de cambio en la mentalidad de la opinión pública dio otra vuelta de tuerca con el Concurso Nuclear, tan mal presentado por el Gobierno de la Nación. Este desaguisado dio la oportunidad para que los acólitos de las Centrales reabriesen un debate que en España parecía cerrado desde hacía muchos años en el sentido de que las nucleares tenderían a extinguirse.
La puntilla final a las renovables ha venido del propio Ministerio de Industria con la subida de la luz que se ha introducido de manera tan insensible e inoportuna. El café de Sebastián es si cabe aun más indigesto que el pensionazo y desde los medios afines al PP se culpa una vez más a las renovables.
A pocas vísperas de la entrada de los conservadores en el Gobierno, de repente para la opinión pública el cambio climático que iba a anegar la Manga del Mar Menor o convertir en lateríticas las dehesas extremeñas se ha esfumado o sencillamente era una invención, las renovables, sector puntero de la industria española se han convertido en una maldición, las nucleares que hasta ahora estaban proscritas se advienen como el bálsamo de fierabrás de la crisis energética española y resultará que el Prestige no llevaba petróleo sino rayos de sol.
Los conservadores y la crisis se han aliado para causar un daño irreparable a un sector de un futuro y beneficio extraordinarios como era el de las Energías Renovables. Zapatero, como siempre con su torpeza, le ha dado la estocada final.